LOS MESES DEL AÑO






Un punto clave de las ER es su
nula contribución a la emisión de CO2 y otros gases
de efecto invernadero. El CO2 que produce la quema
de biomasa, por su parte, no supone inyectar carbono extra, fósil, a la
atmósfera.
Las ER no producen emisión
alguna de dióxido de azufre (SO2), óxidos de
nitrógeno (NOx), compuestos orgánicos volátiles (COV), ozono (O3) o partículas
en suspensión (PES). Todos estos gases en conjunto causan centenares de miles de
muertes al año el mundo.
La producción de ER útil no
produce vertidos de ningun tipo ni cambios de temperatura en las aguas.
Con excepción de las cenizas
que produce la quema de biomasa, que se pueden utilizar como un excelente abono,
el funcionamiento de las ER no produce residuos dignos de mención.
Determinadas instalaciones
para producir ER, como los embalses, tienen un impacto significativo sobre los
paisajes fluviales, creando barreras que impiden el paso a los peces. Los
parques de aerogeneradores son visibles desde larga distancia.
Es el gran punto fuerte
de las ER. Las ER no provienen de yacimientos o depósitos agotables en años o
decenios, sino de la fuerza del sol, cuya duración se estima en miles de
millones de años.
Es el punto débil de las ER.
Se las acusa de ser imprevisibles, pues dependen de factores que no podemos
controlar, como que haga viento o que el cielo no esté nublado. Pero este
inconveniente se puede superar fácilmente utilizando varios tipos de ER a la
vez. Por ejemplo, los días calmos y soleados los paneles fotovoltaicos funcionan
a pleno rendimiento, mientras que los aerogeneradores están parados. Los días
cubiertos y ventosos sucede lo contrario. Y la energía eléctrica de fuente ER
sigue fluyendo sin interrupción.
Otro punto fuerte de las ER.
Basta con comparar el peor accidente posible de una central nuclear y el que
podría causar una central fotovoltaica.

